Hay películas, que como los libros cuando los reles, te hacen sentir cosas diferentes, cuando antes te habían dejado fría.
Eso me pasó el otro día viendo
Memorias de África. Hacía tiempo, desde
Mar adentro más o menos que no lloraba con tano desconsuelo, y es que mensajes que antes se me habían escapado saltaron ante mi tan claros que no me explico como no los había captado antes.
Supongo que ahora me acribillareis a comentarios diciéndome que soy una cursi, pero esta peli no es cursi, Memorias de África no es sólo una pleicula romática, es un ensayo de las diferentes formas de amar, de cuando el amor entregado de uno choca con las ansias de libertad del otro, y sobre todo un homenaje a África, a esa África que espero no morirme sin pisar porque así me podré imaginar por unos momentos que soy Meryl Streep y que Robert Redford me lava el pelo junto a un río... que cuando me muera me entierren en una colina y que cada noche dos leones retocen sobre mi tumba...
En el fondo no soy nada romántica, pero que coño ¿a quién no le gustaría protagonizar una escena así??